Vamos a proponer un juego. Cierra los ojos y piensa qué cosas te vienen a la cabeza cuando piensas en los alemanes. ¿Tienes ya algunas en mente? Alemania, como cualquier país, también tiene una imagen estereotipada de sus habitantes: de cómo son, de cómo se comportan, de cuál es su carácter. A veces estos prejuicios sobre los alemanes creados desde fuera tienen razón; otras no tanto. ¡Vamos a ver si coinciden con lo que habías pensado tú!
Los alemanes son muy cerrados
Cerrados, fríos, secos, antipáticos… A los alemanes se les ponen bastantes adjetivos malos. Existe la idea generalizada de que, por un lado, es muy difícil relacionarse con ellos cuando los conoces, y por otro, de que no tratan bien a la gente. Sí que es cierto que, en general, hay cierta tendencia en el carácter de los alemanes a ser trabajadores y metódicos. En general, son algo más reservados y valoran su privacidad, cosa que no significa que, cuando se establece una relación de confianza, no puedan ser cálidos y generosos.
Además, la realidad es que su forma de hacer es cualquier cosa menos uniforme: hay desde personas súper abiertas y amables a personas más bien frías.
Es curioso porque, pese a este prejuicio, Alemania es el país mejor valorado por los españoles, según los estudios.
Los alemanes no tienen sentido del humor
Hay quien dice que los alemanes son el pueblo “menos gracioso del mundo”. La realidad es que el humor varía mucho según los países, y en Alemania también hay muchos cómics y personas que se dedican al humor, al sarcasmo y a la diversión. Pero sí que es cierto que los alemanes pueden ser menos expresivos en general que, por ejemplo, los países del sur de Europa o los latinos. Y el humor puede ser diferente.
Hay un chiste que dice: “¿El libro más corto del mundo? ¡El libro de chistes alemanes!”.
Los alemanes son muy puntuales
Vale, quizás aquí sí que tenemos que darle la razón a estos prejuicios sobre los alemanes: en Alemania la puntualidad es muy valorada. No significa que no puedan improvisar o ser flexibles en su tiempo libre, por ejemplo, pero en el día a día o en el trabajo se valora la puntualidad, y llegar tarde a un sitio se puede considerar de mala educación.
Peeeeero hay una excepción: los trenes. Los alemanes se quejan mucho de la impuntualidad de los trenes de la Deutsche Bahn, aunque sea un retraso de pocos unos minutos. Lo cierto es que la infraestructura ferroviaria en el país se encuentra ahora sumergida en una profunda crisis: retrasos masivos, infraestructuras deterioradas…
Foto de Joseph Holtzinger en Unsplash
Los alemanes aman a sus coches
Alemania tiene una gran cultura del automóvil. No es casualidad, teniendo en cuenta la gran presencia de la industria automovilística en el país. Alemania es el primer país europeo del mundo en cuanto a la fabricación de coches, y el sexto del mundo (por detrás de algunos gigantes como China, Estados Unidos o India). No es extraño que, en paralelo, haya cierta cultura del motor. En broma se dice que “quieren más a su coche que a sus hijos”.
Esto con el tiempo va cambiando. En entornos muy urbanos cada vez menos gente tiene vehículo propio, por lo que seguramente el culto al coche cada vez estará menos presente.
Los alemanes llevan siempre el “Tracht” y el “Dirndl”
De la misma forma que se piensa que las españolas van vestidas siempre con el traje de flamenca, o que las japonesas visten en su día a día con kimono, hay la idea que los alemanes visten siempre trajes tradicionales. Solo viajando unos días a cualquier ciudad o pueblo alemán te das cuenta que esto es falso. En su vida cotidiana, los alemanes van con vaqueros, camisetas y jerseys, como cualquier otra persona del mundo occidental. De hecho, cada vez es más difícil diferenciar las ciudades y pueblos europeos por su forma de vestir: las tendencias de moda se extienden cada vez más rápido, y la forma de vestir es cada vez más uniforme.
El “Dirndl”, el “Tracht”, los “Lederhose”, son piezas de vestir típicas en fechas tradicionales, festivales folclóricos o bodas, pero no se llevan en el día a día.
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